20090329

muncyt. a coruña.

El edificio, aún en construcción, situado en las cercanías del Estadio de Riazor, y con unas estupendas vistas a la Torre de Hércules, es el resultado de un concurso a nivel internacional para un edificio que en principio albergaría dos usos diferenciados; Conservatorio de Danza y Música de la Diputación de A Coruña y el Museo provincial de la Diputación.
El ganador, de los aproximadamente 70 proyectos presentados, fue el de la pareja de arquitectos Ángel Alonso y Victoria Acebo.

Su idea era una mega estructura de hormigón contenida en una caja de vidrio translúcido. Dentro del hormigón “se escondería” la escuela de danza y en el espacio restante, entre hormigón y cristal, se encontraría el museo. Su visión, desde el otro lado de la bahía coruñesa, sería la del típico cubo de luz, un gran cubo de luz retro iluminado, que brillaría en la noche y que, a lo largo de su vida, nos iría insinuando su contenido mediante “provocativas” siluetas difusas de los objetos y sujetos contenidos en su interior. Un perfecto aporte a la también llamada “ciudad de cristal”.
Casualidades de la vida y la política hicieron que en la legislatura anterior del gobierno de nuestro país el edificio pasara a ser la futura ubicación del Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (MUNCYT). Esto provocó que las dos diferenciadas circulaciones del edificio debían conectarse, por lo que se necesitó poner en marcha un segundo proyecto, paralelo al proyecto original de ejecución, que modifica los flujos y circulaciones, así como los usos de cada zona del edificio, modificando también la entrada al mismo, aprovechando ahora la parte posterior de la parcela como entrada, parking, y al mismo tiempo un espacio museístico más.Es digna de mención la atención, tanto al conjunto como al detalle, por parte de los arquitectos, haciendo que el edificio sea brillante tanto si lo vemos con unos prismáticos como con una lupa, pasando por la vivencia de este a escala humana.
A vista de prismático el exterior se caracteriza por la doble galería de cristal perimetral de la fachada, dentro de la cual se pueden desplazar los empleados de mantenimiento y que hace a su vez de sistema auxiliar de climatización gratuita y natural además de ser el espacio de retorno del aire acondicionado. Unos seis meses se tardó en escoger el vidrio, pues los arquitectos tenían una idea clara de lo que querían, lo que provocó una larga búsqueda de una solución práctica perfecta. El vidrio se fabrica en Alemania, se lamina en Valladolid y se monta en obra. Su sección es en forma de sierra, pero colocada en diferentes direcciones, filtrando la luz de distinta forma y creando, sobre todo en su interior, una gama casi multi cromática de luz en una composición diseñada con precisión y clara intencionalidad. A lo largo del día el color de la caja de cristal, tanto desde dentro como desde fuera, cambia lentamente de color y modifica la percepción de un mismo espacio haciéndolo más versátil y cambiante. Esto, ofrece un fuerte contraste con las partes en las que la majestuosa estructura de hormigón forma parte de la caja exterior, dejando entrever “la bestia” que se esconde en su interior.

Mirándolo con lupa se ve la atención prestada a los detalles, lo que realmente hace destacar cualquier obra arquitectónica. Sobre todo en la elección del hormigón, que llevó un mes, aproximadamente, a base de pruebas y ensayos, ya que, debido a las necesidades de armadura metálica de la enorme estructura, con vigas de incluso 8 metros de canto, no podía ser vibrado. Además se diseñó un sistema especial de encofrado, con chapa fenólica en las zonas en las que l hormigón no es visto y al contrario con madera de encofrado machihembrada en las zonas de hormigón cara vista, consiguiendo además que casi no se pueda percibir las juntas entre las distintas capas de hormigonado. Un verdadero logro arquitectónico.

También es un valor de la obra su aspecto “low cost” que se percibe sobre todo en sus luminarias.
Por ejemplo, en el núcleo del edificio, donde se encuentran las comunicaciones verticales, el ambiente es casi de penumbra, en contraposición al resto del edificio, ya que está iluminado por unas bombillas corrientes colocadas a simple vista, en una especie de “homenaje a Edison”. Además de que todo el color es negro, tanto en el suelo, de resina epoxi autonivelable, como en las paredes, recubiertas de puntos negros de gres, y las escaleras, las cuales tienen las tabicas de acero inox, en los que se colocan unos pequeños leds de señalización. Esta diferenciación entre zona de circulación vs. zona expositiva, igual a zona en penumbra contra zona iluminada, es algo común en los museos contemporáneos.En las luminarias de las zonas del interior de la estructura también se aprecia el aspecto de bajo coste ya que son unas pequeñas, sencillas, y llamativas (de color naranja) luminarias de tubo colocadas en el techo de forma que hace dibujos de tipo estelar. Además, otro ejemplo es que los agujeros en el suelo por donde pasan cableado, etc. se tapan con simples tapas de alcantarillado de unos 20cm de diámetro.Otro detalle digno de mención y que además considero un gran acierto es que en la zona más amplia, en la que se encuentra entre la estructura de hormigón y la fachada, para evitar que la gente se acerque a las paredes de hormigón cara vista el suelo de basalto, con un dibujo imitando adoquines, se levanta creando un desnivel que bordea la pared y que hace rebotar inconsciente y físicamente al visitante ayudando a la conservación de la pared.

El techo técnico da un fuerte toque divertido de color a la zona entre estructura y fachada además de cumplir una función práctica. En él se cuelgan unos grandes rodillos de gomaespuma, cada uno con un color determinado en el proyecto, que además de absorber el sonido crean una composición de colores muy agradable que contrasta fuertemente con el resto del espacio en el que se encuentra. De dicho techo también se cuelga una enorme grúa capaz de transportar grandes pesos alrededor del núcleo central pretendiendo facilitar el traslado de grandes elementos para su exposición en el edificio.
Un gran pequeño detalle es la singularidad de las vigas de 4 metros de canto reclamando su identidad como tal. Se niegan a ser consideradas un simple muro de hormigón y nos dejan ver su verdadera personalidad mediante unas separaciones de suelo y techo de unos 5cm de ancho a lo largo de las salas de exposición.Por último, a escala humana, el edificio es un conjunto agradable, de fuertes contrastes, pero que no se hacen demasiado chocantes para el visitante, conformando una armonía en torno a la gran estructura de hormigón. Los grandes espacios cerrados, previstos para la escuela de danza y con nuevos usos futuros se contraponen a los gigantescos espacios todavía vacíos de la exposición, con grandes y diferentes alturas y enormes huecos con balcones desde los que se ve gran parte del edificio al mismo tiempo. Caminar sobre el techo técnico y contemplar bajo tus pies una caída libre de unos 35metros es toda una experiencia que los visitantes habituales no podrán vivir, pero que yo si he tenido la suerte de experimentar, y que reafirma ese carácter de grandeza que posee este edificio en sus más que generosos espacios interiores.
Sin más, solo cabe decir que espero impaciente su finalización e inauguración para verlo terminado y en su máximo esplendor. También destacar que es más un análisis de tipo constructivo que un puro análisis espacial ya que es fruto de una visita a obra con el Arqtuitecto de la Diputación José Yañez, profesor de Programación y Control de Calidad.
Os dejo también un enlace a lo que dicen sus propios autores sobre el proyecto en archiportale.com