
El labrador gallego busca la funcionalidad en los materiales que posee y los que se encuentran a su alcance, tanto físico como económico. Esto se junta, además, en una preocupación cero por el aspecto estético que paradójicamente crea sus propio estilo y una estética claramente identificable.
Piedra, ladrillo, madera, "Uralita"*, cemento, plástico, aluminio, acero. Variedad de materiales y sin fin de posibilidades formales en una mezcla aleatoria de formas y texturas.
Feísmo rural. Así lo llamamos, entre avergonzados y orgullosos, los gallegos.
El metálico de una cama sirve perfectamente como puerta para un terreno, así como una bañera en mal estado hace la función de abrevadero para el ganado. Un par de hileras de bloques de hormigón hacen, de una forma no menos que dudosamente acertada, que la altura de un antiguo muro de piedra de


Así es nuestro estilo, y así será, por mucho que las casas rurales se disfracen con lujosos materiales que imitan vejez y repicados muros de piedra dejándolos cara vista con el cemento encintado en ocre.
En el fondo de mi romántico corazoncito deseo que nunca se pierda esa extraña costumbre de tapar una ya no tan humilde casita de piedra de cantería con azulejos de colores chillones, y de colocarle esas tan desacertadas y toscas carpinterías de PVC blancas.

Viva la arquitectura rural gallega.
Por que Galicia, aún en la dejadez, “é calidade”.
*Uralita = marca comercial de fibrocemento
